¿Qué te motiva a levantarte cada mañana? El concepto japonés del Ikigai –de “iki” (vivir) y “gai” (razón)–, que podríamos traducir como “la razón para vivir”, puede ayudarnos a encontrarle sentido a nuestra vida.
Puedes encontrar esa motivación para afrontar cada día cuando encuentres tu ikigai y esto se consigue cuando logras el equilibrio entre:
- Tu pasión: ¿Haces lo que te gusta, lo que amas hacer?
- Tu misión: ¿Provocas un cambio positivo en el mundo con lo que haces?
- Tu vocación: ¿Eres excelente en lo que haces?
- Tu profesión: ¿Puedes vivir decentemente con lo que haces?
Cuando aquello a lo que nos dedicamos en la vida cumple esos cuatro requisitos, podemos decir que nuestra vida tiene un propósito y ese empujón que necesitamos para levantarnos cada mañana.
El científico Ken Mogi, en su libro “Ikigai esencial”, nos indica los cuatro pilares que sostienen el ikigai:
- Pilar 1: Empezar con humildad
- Pilar 2: Renunciar al ego
- Pilar 3: Armonía y sostenibilidad
- Pilar 4: El placer de los detalles
- Pilar 5: Ser consciente del momento presente, del aquí y el ahora.
Hemos explorado si nuestro trabajo en diseño gráfico ayuda a que nuestra vida sea satisfactoria desde el punto de vista japonés del Ikigai, analizando los cuatro aspectos fundamentales citados más arriba y nos hemos respondido a estas cuatro preguntas:
¿Amamos diseñar?
Por supuesto. Muchas veces afirmamos que seguiríamos diseñando aunque no nos hiciera falta trabajar para vivir. No conozco a nadie que se haya dedicado al diseño por necesidad, como segunda opción. Es nuestra pasión.
¿El mundo necesita lo que diseñamos?
Parece que sí… Nuestro trabajo aporta orden, belleza, legibilidad y mucho más en un mundo caótico y cambiante. El diseño gráfico cumple una función social de alto valor, aunque pensemos sólo en las señales de tráfico o las instrucciones de uso de un electrodoméstico.
No concebimos un entorno civilizado sin su presencia. Incluso cuando nos aislamos en la naturaleza no podemos evitar usar alguna aplicación móvil, disfrutamos de la lectura de un libro o consultamos algo en internet… Diseño gráfico por todas partes.
Y si nuestro trabajo es medioambientalmente sostenible y contribuimos con responsabilidad a mejorar el planeta, pues mejor aún.
¿Somos buenos diseñando?
No seremos los mejores… pero mejoramos con el tiempo. E intentamos hacerlo cada vez con mayor calidad y excelencia. Es nuestra vocación desde muy niños y hemos practicado y aprendido casi tanto como lo que nos queda por practicar y aprender.
¿Podemos vivir del diseño?
Con sus altibajos y sus crisis, estamos agradecidos de poder vivir de esto desde hace más de 20 años de forma profesional. No es necesario ganar muchísimo dinero para hallar el Ikigai (o la felicidad, ya puestos) pero tener cubiertas las necesidades básicas y permitirse algún “lujo” de vez en cuando ayudan bastante.
El punto de intersección entre pasión, misión, vocación y profesión es lo que da sentido a nuestra vida según este principio de la cultura japonesa, lo que nos mantiene enfocados y con un objetivo. En nuestro caso es el diseño gráfico el que nos motiva, pero se puede encontrar esta razón de vivir en cualquier actividad humana que cumpla esos cuatro requisitos y se sostenga en los cinco pilares citados más arriba. Sólo tenemos que plantearnos esas cuatro preguntas cambiando “diseño” por la que queramos.
La ceremonia del te
Empezar con humildad significa aprendizaje continuo y por pasos; renunciar al ego consiste en entregarse al trabajo, a los clientes, a los proyectos… sin pensar en uno mismo, teniendo como objetivo la inalcanzable perfección; la armonía y sostenibilidad enlazan con el concepto de misión, de utilidad para el mundo; cultivar el placer en los detalles y ser conscientes del aquí y ahora nos enfocan en nuestro quehacer diario sin distracciones.
Esto lo ilustra Ken Mogi, en su citado libro con el caso de la ceremonia del te:
“La tradición de la ceremonia del té sigue muy viva hoy en día. De hecho, es interesante porque incluye los Cinco Pilares del ikigai. En una ceremonia del té, el maestro prepara cuidadosamente la habitación, prestando la máxima atención a detalles como el tipo de flores que van a decorarla (empezar con humildad). El espíritu de humildad es el sello distintivo tanto del maestro del té como de los invitados, aunque tengan muchos años de experiencia en la ceremonia (renunciar al ego). La loza usada en una ceremonia del té tiene décadas, a veces incluso siglos de antigüedad, y se elige para que las piezas resuenen entre sí dejando una impresión inolvidable (armonía y sostenibilidad). A pesar de la meticulosidad de los preparativos, el fin último de la ceremonia del té es estar relajado para disfrutar de los detalles sensuales (el placer de las cosas pequeñas) y mantenerse en un estado de atención plena interiorizando el cosmos del salón de té (ser consciente del momento presente).”
Ken Mogi, IKIGAI ESENCIAL
Así que hagamos de cada día una ceremonia del te, cambiando tazas por teclado y ratón y las flores por una bonita gama de pantones…